viernes, 30 de abril de 2010

Océano.

Tranquilidad. Eso es lo que sientes sabiendo que hay alguien al otro lado. Sosegado de sosiego, en un mar dudas no hay cabida para la calma. Pero sin la duda de saber que tienes alguien que te apoya, te comprende o, al menos, te escucha te sientes en medio de la tranquilidad de las aguas del mar.

Las dudas no se disipan, vuelven con la fuerza del mar cuando hace daño de verdad. Ya no hay calma. Sientes goles dentro de ti como cuando las olas golpean la orilla y simplemente se van, para después regresar y golpear con más fuerza si cabe.

Creías que estaba al otro lado, con la comprensión, con la buena voluntad, con la amistad. Como un espejismo todo se desvanece y no queda nada. Un puñado de arena amarga que te recuerda lo que puedo ser y no fue porque se lo llevo el mar, porque dudo que lo puedas volver a recuperar pues está en lo más profundo del océano.

jueves, 4 de marzo de 2010

Gran dependiente.

Imagina que te dan la mala noticia de que a partir de ahora no te vas a poder valer por ti mismo, de que vas a necesitar a alguien a tu lado durante todo el día para que te ayude en tareas tan básicas como comer, vestirte, e incluso acostarte. Un duro golpe ¿verdad?
Ya hay muchas personas así, que necesitan pedir ayuda, cuando para ellos no es cómodo, como yo creo que sería para cualquiera. Pero de esa ayuda dependen, la necesitan para poder subsistir.
Y lo único que ellos desean es que les traten como a una persona más, que les tiendan la mano cuando ellos la pidan y que simplemente les comprendamos sin tenerles compasión. Porque muchas veces por tenerles compasión nos olvidamos de lo más importante, ayudarles.
Muy buena lección.

“Déjame vivir libre, libre como el aire.
Me enseñaste a volar y, ahora, me cortas las alas.
Y volver a ser yo mismo, que tú vuelvas a ser tú.
Libre, libre como el aire.”

jueves, 4 de febrero de 2010

Esperar, espera.

Se apaga la luz de una vela,
tras de sí una llama de humo
que en el aire deja una estela.

No vale llorar de pena,
te digo desde el tormento:
esperar, espera
la hora de tu lamento.

Resuenan una y otra vez esas cadenas,
chirrían desconsoladas
haciendo que se noten tus penas.

Te arrastra y te lleva
nube negra de polvo,
se apaga la luna llena.

En medio de la oscuridad
con una mirada certera,
resignado buscas la verdad.
Solo queda esperar…    espera.

jueves, 14 de enero de 2010

No! diré hola a este año.

Diré adiós al año anterior.

Porque se termina y es mejor dejar las cosas cerradas.

Lo demás ya se verá...


miércoles, 25 de noviembre de 2009

Wrong Way…


Coger el camino equivocado. ¡Vaya!, parece que mis comentarios estén fuera de lugar cada vez que abro la boca, vamos, que siempre van a ser apreciaciones salidas de tono. Precisamente, o mejor erróneamente, creo que lo que debería hacer es salirme de tono. Sacar los pies del tiesto. Pues tal vez esas salidas de tono se tomaran como algo normal, algo inherente a mí.
Tiempo al tiempo, pues las cosas dan tan rápido la vuelta, como una tortilla en la sartén, y de un día para otro “¡zas!” salta la sorpresa. Entonces otro gallo cantará, puede que marcando el amanecer o también puede que marque el comienzo de mi normalidad, de esa normalidad que, aunque pueda parecer lo contrario, todos anhelamos de vez en cuando. Cuando cogemos el camino equivocado.

viernes, 9 de octubre de 2009

Regalo.

Los hay grandes, los hay pequeños. Pueden ser caros o baratos.
Pero irremediablemente cuando alguien recibe un regalo es extraño que no esboce una sonrisa. Esa emoción que recorre el cuerpo cuando estás intentado rasgar el envoltorio en el que se acostumbra a entregar. Desde niños a pequeños produce una sensación de felicidad el recibirlo, y esta se vuelve mucho mayor si el susodicho no se esperaba. Pero no tiene por qué ser material, un regalo también puede considerarse un beso espontaneo, un caricia sincera o unas palabras de corazón.

La semana pasada experimente tal sentimiento. Rodeado de gente desenvolví aquel regalo sin imaginar que podría ser y cuando descubrí aquello me di cuenta de que me conocían, que sabían lo que me gustaba. Me sentí especial, como cualquiera puede sentirse cuando al abrir y regalo se encuentra con algo que realmente le gusta, que puede que algún día dijese y sin darse cuenta quedó en la mente de alguien esperando esa ocasión especial para hacerle sonreír.
A los pocos días fue el cumpleaños de mi madre. Cuando llegue a casa me encontré con uno de sus regalos, el que más ilusión me hizo aunque no fuera para mí. Era un trozo de cartón pintado con rotuladores y un muñeco hecho con plastilina de colores. Representaba todo el amor que su sobrino le profesaba a mi madre. Había invertido en su elaboración toda la tarde, pudiendo haberla aprovechado para hacer otras cosas. Pero él deicidio que su tía se merecía aquella tarde más que nadie. Lo hizo gustoso, estoy seguro, y lo más importante, durante esas horas estuvo pensando en ella. Como ahora le tocaría hacer a mi madre, pensar en su sobrino cada vez que mirase aquel recuerdo de cumpleaños.

viernes, 11 de septiembre de 2009

La frase

...es mi alter ego,
ese que se averguenza de mirarse a la cara;
y plantarse delante de un buen espejo de considerables dimensiones y decirse a si mismo,
aqui estoy yo, con mis muchos defectos y mis pocas virtudes. Aceptate!